En las primeras décadas del siglo XIX llegaron a Valdeverdeja tres jóvenes extranjeros. Procedían de coquetos pueblecitos en el entorno del golfo de Policastro, amplia ensenada de la costa occidental italiana que se abre al mar Tirreno. Eran artesanos ambulantes que se dedicaban al oficio de la calderería. El contexto sociocultural del que provenían, católico y con una lengua cercana al castellano, favoreció su integración entre los verdejos siempre acogedores con invitados y “forasteros”. Así, estos italianos, de modesta condición, pero con un alto grado de conocimientos metalúrgicos y matemáticos (sobre todo de geometría y cálculo), se instalaron en la villa con notable éxito, pues los tres se casaron con verdejas.

El primero del que tenemos noticia es Antonio Francisco Crispín Vallinot, nacido en San Costantino, en la provincia de Potenza en la Basilicata. Se casó en 1837 con Martina Romana Ropero, de quien tuvo numerosos hijos. Faustino, uno de sus nietos sería un héroe de la Guerra de Cuba. Nacido en 1873, era hijo de Vicente Vallinot y de María Maximina de la Llave. Alcanzó el grado de sargento del I Batallón del insigne Regimiento de Infantería de Wad – Ras nº 50. La valentía de que hizo gala en el combate sostenido contra los insurrectos cubanos en el sitio de Sabana de Tenerías en marzo de 1896 y la herida que recibió, le harían más que digno merecedor de la Cruz de Plata de la Orden del Mérito Militar y una pensión mensual temporal de 2,50 pesetas.

También recaló en la villa Vicente Caboblanco, natural de Santa Marina, en la provincia de Salerno, en la región de Campania. Contrajo matrimonio en junio de 1842, a los veinticinco años con María Manuela Bravo. Sabemos de su buena amistad con Antonio Vallinot pues acristianó a uno de sus hijos en febrero de 1842, recibiendo el niño el nombre del padrino. Su primer retoño, nacido en 1843, se llamó Martina en honor a la esposa de Antonio Vallinot, que sería quien sacara de pila a la neófita. Por su parte, Pascual Genaro Cosentino, era originario de San Nicola Arcella, caserío de la provincia de Cosenza, en Calabria. Con treinta y nueve años se esposó con Josefa de la Cruz Bueno Gamonal, de treinta y cinco, en 1856. Seguramente, en honor a su pueblo natal y a san Nicolás de Tolentino, patrón del mismo, llamase a uno de sus hijos Nicolás, bautizado en enero de 1862.

Los vástagos de estos italianos ya nacidos verdejos, optaron en su mayoría por permanecer en el municipio casándose, como sus padres, con jóvenes del lugar. Perpetuaron, en consecuencia, genealogía y oficio, ya que éste se solía transmitir de padres a hijos. Así, entre otros, María Vallinot se unió en matrimonio con Eusebio Ramiro y su hermano Domingo con María Monte, mientras que Juan Caboblanco lo haría con Ana María Rodríguez…

Recordemos también a otros caldereros de ancestros italianos que, procedentes de Oropesa, se instalaron en Valdeverdeja ya en el siglo XX. Nos referimos a los Pecci. Apodados Peces, fueron los autores de un sin fin de preciosas figurillas metálicas (toreros, gatos, aviones, dragones, cupulitas orientales…) que desde las canales de los tejados estaban a la mira de las calles verdejas. Casi todas desaparecieron. Estas gárgolas populares hubieran merecido mejor suerte. Esperemos que pronto regresen. Todos lo agradeceremos.

Desde aquí nuestro reconocimiento a los Vallinots, Caboblancos, Cosentinos y Peccis, admirables artesanos que, con su laboriosa industria, enriquecieron la historia cultural de nuestro pueblo.

Esperanza Martín Montes
Agosto de 2016